Oigo tu paso que se acerca o se 
despide; revolcar la sangre, el odio; conocer, 
reconocernos. Saber para qué sirven 
los fracasos, las victorias del amor. Dejar 
que a tu rincón se siente quien no debe sentarse.
Sin poder iluminarte; embarazada, sepultada, 
mejor que valga la pena, que todo salga bien. Perdón
y desconfianza: tu pesado calor 
es una muela de reproches 
y agradecimientos y ternuras y miedos.
Rastro luminoso y cálido, perdido 
para encontrarme. Rastro de la verdad que alcanzo
a tocar, rescatado por mi flagrancia vacilante, hirviendo 
de terror. Rostro que levantamos para destrozar.
De una punta a la otra de la verdad, 
voy a levantar tu nombre, como si fuera mi brazo derecho.
.............................................................................................+ 
Francisco Urondo
de 
Del otro lado (1960-1965)